miércoles, 15 de agosto de 2012

La experiencia de la Biblioteca Ambulante, contada por los voluntarios.

 “BIBLIOTECA AMBULANTE… MIENTRAS ESPERAMOS”.
Una experiencia en salud mental y cultura lectora…

Justificando nuestro anhelo de congregar familias en torno a la lectura
 “...¡Mi primer experiencia!...qué decirte... fuimos a una sala de espera... ahí me largué... llena de nervios y miedos… y hasta vergüenza. Pensé que me iban a dar vuelta la cara o no prestarme atención, o no sé, cosas por el estilo... pero es increíble cómo la gente te acepta y te escucha, se alegra por lo que estás haciendo y acepta tu propuesta, lo que más me llenó de satisfacción y emoción fue ver a los niños como abrían los ojos grandes al ver el cuento que tenías en las manos, la urgencia por leerlo e ir a buscar otro y las sonrisas de complicidad con la madre... Me sentí muy bien, no sólo por mí, sino porque sentí que de verdad la tarea que cumple la fundación en los hospitales es íntegra, sana, llena de valores y me hizo sentir bien poder participar en ella. Así que gracias, gracias por la  oportunidad”...
Vanina Spadoni  (Voluntaria del Proyecto)

Tanto la familia, la comunidad, como las organizaciones debemos optimizar los medios para hacer posible el intercambio de ideas, sentimientos y deseos que sirvan de soporte a relaciones efectivas, teñidas de afecto y comprensión, que propicien el conocimiento mutuo y del mundo. Y para esto la lectura tiende, también, su enorme abrazo amoroso.
Desde los inicios la fundación Ictus (ONG sin fines de lucro, cuya misión es la de promover salud mental y emocional en las familias cordobesas), hemos procurado generar espacios de participación donde las personas puedan interactuar, compartir aprendizajes y experiencias para lograr el crecimiento pleno de todos; el conocimiento necesario para vencer los prejuicios y temores que genera la falta de contacto y comunicación.
El proyecto “Biblioteca ambulante… mientras esperamos” -con continuidad desde el año 2008- surge como estrategia de intervención frente a la realidad de ver que la familia, como núcleo social, día a día, agobiadas por el reloj, perdían momentos de disfrutar y la alegría que surgen al compartir con los hijos/as sus etapas de desarrollo, sus logros, instancias de felicidad y aprendizajes.
El lugar y horarios donde ponerlo en práctica debían no ofrecer excusas. Así es que, detectamos que los padres y madres que llevan a sus hijos/as al médico tienen un tiempo de espera hasta ser atendidos, y ese espacio estaba siendo desperdiciado. Y allí… ¿Qué actividad podría ser la apropiada para que las familias pudieran encontrarse, conversar, animarse y expresar lo que sienten? De inmediato surgió la lectura, porque además de  promover el desarrollo mental y cognitivo de las personas, convoca a conocer el mundo real y el imaginario, a sí mismos, a expresar ideas y sentimientos y a construir un fuerte vínculo entre padres e hijos, mejorando la autoestima y la empatía.
"Sí, la historia leída cada noche cumplía la más bella función de la oración, la más desinteresada, la menos especulativa, (...) era un momento de comunión entre nosotros, la absolución del texto, un regreso al único paraíso que vale la pena: la intimidad. Sin saberlo, descubríamos una de las funciones esenciales del cuento, y, más ampliamente, del arte en general, que consiste en imponer una tregua al combate de los hombres. El amor adquiría allí una piel nueva. Era gratuito."  [1]
Según datos obtenidos en el 3º Congreso de Salud mental infanto-juvenil realizado en Buenos Aires en octubre de 2010… “Poco a poco, la realidad va superando cualquier sensación. La violencia y el consumo sin límite de alcohol y drogas a edades cada vez más tempranas en todas las clases sociales ya son, para los psiquiatras infantojuveniles, una "radiografía" de los efectos de la disfuncionalidad familiar o la incapacidad que tienen cada vez más familias de superar los obstáculos cotidianos y desarrollarse..”[2]
Nuestra Biblioteca Ambulante, proponiendo lectura literaria ha sido, más que una estrategia, un puente para intentar saltar algunos de estos turbulentos obstáculos. Una herramienta para reponer términos como sensibilidad y amor.
El gran objetivo: Promover un espacio - tiempo de comunicación efectiva (afectos, cultura, valores)  entre padres/ madres/ cuidadores e hijos/as a través de la lectura de literatura infantil en centros de salud. Del que devinieron otros objetivos como el acercar la lectura a la familia que espera su turno (en el Hospital  Pediátrico del Niño Jesús y el Hospital Infantil de Córdoba), fomentando por medio de la lectura el afianzamiento de vínculos saludables entre padres e hijos,  aportando tanto a la cultura como al bienestar mental y emocional. Un objetivo que derivó de estas prácticas y nos encanta cumplir es: Obsequiar cuentos a la familia para perpetuar la lectura en el hogar.
No estamos solos en esta maravillosa propuesta. No. Porque al  hablar de empatía y lectura hablamos de -y con-  los demás, de no estar solos, de estrechar esfuerzos.  Por eso articulamos esta iniciativa, primero con vecinos, y luego con centros de formación superior que entrenan a sus alumnos en voluntariados sociales como parte de su preparación profesional y cívica. De esta manera este proyecto apuesta también a un enriquecimiento integral de las personas que luego ejercerán sus profesiones en nuestro contexto, brindando la oportunidad de vivir la experiencia de encontrarse con los otros y descubrir que todos somos parte de una comunidad, que todos tenemos alguna necesidad  y también algo para dar, y que de nuestro compromiso como personas dependerá nuestro futuro social. La cultura lectora atraviesa todas estas premisas.

Aprendimos a andar de a poco, paso a paso: Una metodología caminante.
Cómo se aprende a leer: leyendo... Comenzamos en 2008 un reducido pero inquieto grupo de voluntarias barriales del periférico y popular barrio Villa Adela. En primer lugar, nos capacitamos en promoción de la salud y de la lectura. Mientras tanto fuimos buscando donaciones para armar nuestra primera biblioteca que consistió en una valija con 60 libros para niños. Visitábamos semanalmente el cercano centro de salud Nº 50  promocionando la lectura de cuentos. Durante todo el año, las  voluntarias iban allí animando a las familias a compartir con sus hijos cuentos y actividades, generando así un espacio gratificante para ambos. Los resultados fueron óptimos y el centro de salud lo evaluó positivamente pues vieron a los pacientes interesados iniciándose, en muchos casos, en la lectura de cuentos a sus hijos, dándoles esta experiencia un nuevo horizonte de posibilidades y estrategias educativas para la crianza.
Al siguiente año multiplicamos el desafío. Creamos dos Bibliotecas Ambulantes: una en el Hospital Pediátrico del Niño Jesús (público, provincial) y otra en el Hospital Infantil Municipal, las que funcionan hasta el día de hoy. En estos hospitales la experiencia se desarrolla desde 2009.
En febrero de cada año, se realiza una convocatoria de voluntarios en las instituciones con las que vamos a trabajar,   también invitamos por la web[3] a otros interesados. Trabajamos asociados con el Instituto de Enseñanza Superior Domingo Cabred (público), Instituto Sor María Antonia de Paz y Figueroa, y la Universidad Siglo 21 (privados).
Una vez hecha la entrevista de admisión, se convoca a los voluntarios a entrenarse como Promotores de Salud y en Lectura Literaria. Esta formación está cargo de los profesionales de la Fundación y se combina con otras específicas. Por ejemplo: participamos en 2010 del proyecto de Investigación – Acción: “Córdoba en palabras”, del Plan Nacional de Lectura. Ésta articulación redundó en una doble dimensión: capacitación para los grupos de promotores de salud donde compartimos experiencias y amor por la lectura con otros colegas de instituciones educativas, y la dotación de valiosas publicaciones de distribución gratuita para regalar a cada niño, generando así otra oportunidad de encuentro familiar en sus hogares.
Luego los voluntarios participan activamente aunando criterios de intervención pero sobre todo se  preparan para entrar en contacto con la gente, acercándose a sus dolencias y  brindando un espacio para la ilusión, la fantasía y la imaginación a través de la lectura de cuentos. Recorren y re-arman la Biblioteca, seleccionando cuidadosamente el material de lectura para que puedan llegarles a las familias literatura de calidad y libros en buenas condiciones, pues consideramos que una persona se interesará por la lectura dependiendo en buena medida de la literatura que se ofrecerá. La Biblioteca Ambulante cuenta con dos tipos de colecciones: a) Cuentos para leer en el lugar; y b) Cuentos y Boletines “Somos familia”[4] para regalar.

Con los preparativos en la mochila, llegan las visitas “lectoras” al hospital a buscar a los destinatarios de este proyecto: padres e hijos… “esperándose”…
Diariamente, los voluntarios de Ictus recorren con la valija de cuentos el hospital para encontrarse con padres e hijos, ya sea que se encuentren en las salas de espera o en el internado. Luego de buscar puntos de empatía, saludos, estrategias de llegada, les explican el funcionamiento y objetivos de la actividad, y donde hallan aceptación entregan dos o tres cuentos a cada familia. Orientan individualmente a los padres sobre las necesidades emocionales de sus hijos y  promueven  el ejercicio de la lectura de cuentos según la edad evolutiva y los intereses de cada niño.
Día tras día nos convencemos de que los cuentos, las historias, los contactos y palabras, los gestos y la atención brindada, la compañía, la solidaridad son los encargados de darles a tantas personas la posibilidad de crear, en medio de la oscuridad del dolor, un momento único, mágico en el que pueden transformarse en aquello que tengan deseos de ser o hacer, liberándose aunque sea por un instante de la limitación temporaria de la enfermedad. Esto le da un valor agregado a la Biblioteca Ambulante, pues transmite además de cultura y afectos, un sinnúmero de oportunidades para intentar seguir adelante gracias al apoyo y la acción reconfortante que da a las emociones.
Las voces de estos voluntarios son elocuentes:
“...Queremos contarles alguito sobre cómo fue nuestra primera experiencia en el Hospital Infantil.
Nos encontramos en la puerta para empezar con esta nueva tarea que nos llenaba de curiosidad, ansiedad e intriga.  Luego de que Cris me explicara lo aprendido con ustedes el día miércoles, buscamos la valija y nos quedamos un rato quietos...mirándonos. Después de un suspiro y una sonrisa que reflejó nuestros nervios, nos preguntamos por dónde empezar y cómo hacerlo. Hablamos un poco sobre lo que habíamos comprendido sobre nuestra tarea allí y al estar de acuerdo los dos decidimos comenzar por el internado. Así fue como llegamos a la primera cama donde estaba una nena de 7 añitos con su mamá. Nos acercamos a ellas y todo comenzó...
Nos sorprendimos porque todos nos recibieron con mucho respeto y nos escucharon atentos. Eso fue una gran gratificación para nosotros y nos llenó de alegría porque esa gente, que estaba seguramente pasando por situaciones muy difíciles, estresantes, con miedo, cansancio, nos brindaron un tiempito de sus propias vidas, nos dedicaron una mirada y nos respondieron respetuosamente con calidez e interés. La gran mayoría se notaron muy agradecidos y contentos de esa pequeña propuesta que le ofrecíamos. Había dos o tres familias que ya conocían a la fundación y ya habían leído libros y querían seguir con la propuesta. Luego de visitar a los 7, 8 chicos que estaban allí decidimos ir a la sala de espera de la guardia. Había muchísimos chicos.
Nos dio un poco de miedo empezar allí porque la gente se notaba más nerviosa y cansada  (entendible, porque estaban seguramente preocupados por lo que le sucedía a sus hijos y cansados de esperar). Igualmente fue muy lindo cómo nos respondieron, mientras hablábamos con algunos padres se acercaban otros a preguntarnos si podían leer también o niños que miraban y con sus ojitos brillantes demostraban sus ganas de participar. Cuando venían los nenes solos les preguntábamos con quiénes estaban y nos acercábamos a su mamá, papá o abuela a proponerles que les cuenten alguna historia. Muchos padres les contaban el cuento y pedían otro. Era muy lindo ver como compartían el momento.
Luego de esperar que todos terminaran con sus cuentos y de entregarles el librito de regalo, regresamos al internado. Todos habían podido leerles y nos preguntaron muchos cuándo volvíamos. Les comentamos que seguramente iban a encontrarse con otros chicos de la misma fundación la semana siguiente. Nos agradecieron, nos despedimos y bajamos. Contamos los libros de cuentos con un poco de miedo porque en la guardia había habido mucho movimiento,  pero fue un alivio al ver que estaban todos;  dejamos la valija y nos retiramos...
Nos gustó mucho la experiencia... los dos compartimos en que a veces estas cosas parecen muy pequeñitas, y a veces uno se pregunta ¿Para qué hago esto?... es un ratito, después todo sigue igual... o nos preguntamos ¿Qué podemos lograr con esto? pero aunque suene un poco inocente o fantasioso seguimos creyendo que el amor mueve montañas y que un granito de arena SI sirve. ¡Gracias por darnos la oportunidad de participar en esto y hacernos parte de este proyecto!...” María Inés Acosta y Cristian Jesús Toledo.
Se producen otras lecturas: cuando los padres no saber leer, son invitados a inventar cuentos usando como relato las imágenes. A otros, los animamos a comprarles un cuento por mes a su hijo/a, con la finalidad de armarle una pequeña biblioteca  que ellos aprendan a cuidar y amar.
También les comentamos y transmitimos direcciones de lugares donde se canjean cuentos (como opción si no se dispone de dinero para comprar), lo que les permite ir cambiando libros e historias. Asesoramos sobre el tiempo de estar y compartir un cuento desde el afecto y cómo esto influye positivamente en la autoestima del niño. Les orientamos en el uso de otros elementos como plastilina o masa de sal o dibujar para que los niños puedan expresar qué les gustó o no, por qué, conversar sobre ideas, insumos de información que los adultos podemos tomar para más conversaciones y lecturas posteriores, u otros libros afines en temáticas, autores, etc. de la Biblioteca Ambulante.
Al término de la jornada, los promotores retiran el libro. Interactúan nuevamente, preguntando qué les pareció el tiempo compartido y les regalan un cuento y un boletín “Somos familia”, como herramienta para un nuevo encuentro entre ellos.

Articular, evaluar y realimentar la experiencia
Desde la Fundación Ictus, se articulan todos los movimientos de rotación de voluntarios, de gestión con las instituciones involucradas, horarios, contactos, atención y apoyo a los promotores. También la compra de títulos para reponer y enriquecer nuestras Bibliotecas Ambulantes.
Finalizando cada año, nos reunimos todo el equipo a evaluar aquellas  áreas que involucran este proyecto, analizado los progresos y las limitaciones.
Durante 2011, incrementando la experiencia de años anteriores, logramos visitar los hospitales casi todos los días de la semana por la mañana y la tarde, sumando 580 visitas. La cantidad de personas a las que alcanza este proyecto es relativa a la cantidad de familias que se encuentran en una institución de salud durante cada día de la semana, pero que estimamos cerca de 2000 familias por mes.
Participaron 51 voluntarios: 31 de ellos son alumnos de la Universidad Siglo 21, y 20 del Instituto Sor María Antonia de Paz y Figueroa. La manera en que los voluntarios son impactados y transformados por el proyecto, aporta un valor agregado a los resultados.
Algunos interesados en replicar esta experiencia nos han preguntado cuántos libros se pierden en el camino, y la respuesta es “casi ninguno, menos que los dígitos de las manos en 3 años”. Sólo hemos sumado sonrisas, nuevos modos de interactuar, infancias agradecidas, adultos (algunos de ellos profesionales de la salud que también se “enganchan” con la propuesta) descubriendo emociones.
Hemos podido visualizar que la experiencia ha favorecido el vínculo entre padres/ madres/ cuidadores e hijos/as a través del cuento y la lectura. Se han establecido nuevos modos de comunicación y contacto entre ellos,  lo que ha iniciado un proceso irreversible de cambios a nivel personal gracias a las atenciones recibidas, las palabras dichas con afecto, las emociones que generan las historias, la cercanía corporal que produce la lectura,  las sensaciones de cuidado, sentimientos de protección y mejora en la autoestima de cada uno de los que participaron.
Es un recurso que ha permitido a los adultos darse la oportunidad de acercarse al niño/a desde el lugar del disfrute, procurando el encuentro sensible. Los niños en algunos casos descubren a un papá distinto cuando les lee un cuento y se involucra con ellos.
Para explicitarlo nos remitimos a lo que nos contara la voluntaria Ana Celina Quiroga:
“... Ayer fue un día muy bueno, nos encontramos con mamás que ya conocen la fundación y nos dijeron que van coleccionando los boletines. Hay una mamá también que va todos los jueves y dice que le encantan los libros y que antes de dormir le lee uno y ha implementado el método de lectura como medio para acercarse a su hijo. También hubo un papá que no sabía cómo hacer que su hijo Ramiro se quedara quieto, y empezó a leerle y le gustó mucho al darse cuenta de que así lo entretiene. Hubo también chicos adolescentes que acompañaban a sus hermanos y nos pedían libros para leer. En fin, fue otro día que disfrutamos...”
La lectura ha abierto un abanico de posibilidades y de encuentros  en estos años: Familias que vivencian las historias de los cuentos y aprovechan la espera para vincularse recreando los vínculos, mejorando la comunicación no tan solo oral sino de los afectos y emociones. Niños/as que pueden, a través de las aventuras y la imaginación, sobrellevar sus malestares y transportarse a una situación  de alegría y bienestar.
En muchos casos, han elegido la lectura dejando de lado la televisión y los juegos electrónicos, algunos voluntarios, muy jóvenes y hasta incrédulos manifestaron:
“…Fue hermoso, en un momento uno de los nenes que estaba internado, estaba muy compenetrado con la play y creo que no alcanzamos a irnos de la sala ¡que la apagó para que la mamá le leyera!...” María Eugenia Orlanda 
“… pero al llegar a la última fila nos encontramos con un niño y su mamá, le brindamos un cuento y el niño respondió -no me gustan los cuentos- la mama sonrió sin saber qué decir, ni hacer y es ahí donde pensamos en darle el cuento “Federico dice no” (de Graciela Montes). El nene agarró el libro y sin terminar de darnos vuelta  ya estaba leyéndolo. Al buscar los cuentos le preguntamos al niño si había leído, hizo una sonrisa y su mamá comentó: “¿Viste? dijo que no pero terminó diciendo que si-…” Georgina Gardini  y Paula Soledad Picca
Padres que descubren en sí mismos habilidades y recorridos lectores que desconocían, los que pueden compartir con sus hijos promoviendo nuevos saberes sobre sus potenciales y posibilidades acerca de la crianza.
Se han generado novedosos momentos de encuentro familiar incorporando la lectura del cuento nocturno como un espacio de expresión de afectos y relatos.
Las devoluciones tanto de los niños, padres y personal de las instituciones han sido altamente satisfactorias, haciéndonos sentir que la tarea no ha sido en vano: Hemos podido contribuir al desarrollo y la integración de muchas familias cordobesas, haciendo un aporte a su salud emocional y a sus acercamientos a la cultura lectora. 
Leer de la mano de mamá y papá seguirá siendo nuestra tarea de amor y reencuentro. Leer como mágico acto de manos de trabajan por el bienestar de la familia y la sociedad. Viene a cantarnos, al cierre de este trabajo, Peteco Carabajal:

Las manos de mi madre
llegan al patio desde temprano
todo se vuelve fiesta
cuando ellas vuelan junto a otros pájaros
junto a los pájaros
que aman la vida
y la construyen con los trabajos
arde la leña,
harina y barro
lo cotidiano se vuelve mágico.


[1] Penac, Daniel. (1993) Como una novela. Barcelona. Ed. Anagrama.
[4] Boletín producido y editado por la Fundación Ictus. http://fundacionictus.blogspot.com/p/boletin-somos-familia.html

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